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Remembranza de biblioteca.

Hoy 23 de abril se celebra el día del libro, se elogia uno de los inventos más antiguos que cambió el mundo, aún sigue vigente y sigue siendo necesario. Me empecé a imaginar mi  mundo sin libros y casi lloro de nostalgia.

A pesar de tener en mi forja el haber escrito tres libros, no  se trata de esos, se trata de los que han movido mi vida, los que me son imprescindible, de esos que sus temas, párrafos y letras se han vuelto sangre en mí.

Tendría la opción de ocupar el resto de este espacio haciendo una lista de libros, pero prefiero compartir unos pocos con mis anécdotas y visión de ellos, conseguirás unos muy viejos y otros más actuales; unos muy técnicos y otros que son un paseo por el mundo de la fantasía y la imaginación; en todo  caso cada uno cumplió una misión, dejándome sembrada una semilla de asombro  y descubrimiento ante un nuevo mundo.

Tenía 17 años y  a mi padre a mí nos dio Lechina, así que pasamos varias noches  sin poder dormir y de día encerrados en casa, mi padre me puso en las manos “Iacocca: autobiografía de un triunfador” escrita por  Lee Iacocca y William Novak, en ese momento ni me gusta leer y los temas biográficos gerenciales me eran ajenos y poco atractivo, lo leí, y este personaje se convirtió en mi tema de conversación por muchos meses, ante mi  grupo me hacía resaltar (creía yo)  como un tipo culto. Quizás este haya sido el génesis de mi  gusto por el liderazgo.

Para el 2005 en el proceso de formación como coach, la primera tarea fue leer “Ontología del Lenguaje” de Rafael  Echeverría.  ¡Carajo! El primer capítulo me parecía incomprensible y no podía avanzar, hasta que un amigo me recomendó que me lo saltará y comenzará por el segundo, cosa que me alivió la vida y me conecto de manera imparable con el texto. Este libro me entregó una base filosófica con la que nunca me había relacionado, y sobre todo me permitió descubrir la manera irresponsable en la que usaba mi lenguaje, y las razones y las vías para cambiar mi vida a través de lo que digo.

“Juegos Sucios” de Michael Dibdin es una novela que me regaló mi padre un día de navidad, 2 días más tarde estaba cerrando la última página, ha sido el libro  que más rápido he leído;  el manejo del humor negro, la crítica solapada a la sociedad latinoamericana e inglesa, el desenlace del crimen y  los juegos pasionales, se convirtieron en una mezcla fantástica; llegar a la literatura Británica a través de esta obra, me despertó la inquietud por descubrir otros  autores del mismo género de esa parte del mundo.

Del Gabo he leído 4 de sus obras, pero la que sin duda me dejó lleno de  admiración, por su creatividad y forma de ilustrar escenas a través de las letras, fue “El Coronel no  tiene quién le escriba”, además que el modo de terminarla me ha parecido el punto final más contundente. Este libro me marcó porque lo leí en momentos en que pasaba mucho tiempo viajando, y fue una compañía en medio de la soledad y crisis existencial que estaba pasando.

Peter Senge nos regaló para la gestión organizacional un concepto llamado: La Quinta Disciplina, de todos los libros que escribió sobre el tema, fue “La Danza del Cambio” al libro que más acudí como consultor y, al que más dinero le saqué. Este es el texto  más sistémico que me he tropezado, y  en él siempre conseguí (y aun consigo) una solución para ofrecerles a mis clientes.

Para mi maestría en ciencias de la conducta tomé el tema del aprendizaje acelerado, y mi tutor fue Adrián G. Cottín, y entre los libros que me recomendó y que fueron fuentes de investigación estaba “Aprendizaje Acelerado” de Linda Kasuga, con quien luego de leerla tuve la oportunidad de conocerla y hacer un curso con ella, conversar por horas, y que se convirtiera en “tutora indirecta” de mi tesis. Su influencia sigue estando vigente en mi actuar como facilitador.

“Memorias de Mamá Blanca” de  Teresa de la Parra era de lectura obligada en el Bachillerato, revelo que no sé cómo hice para evadirla, pero en esa época nunca la leí, muchos años después en un proceso de coaching, una de las tareas fue leerla, para cerrar un ciclo y desmontar una de mis creencias limitantes; mi coach de ese entonces era un lector voraz, y uso la obra para hacer analogías y metáforas sobre el proceso que estábamos trabajando. Fue una experiencia única acercarme a mí desde la vida de esta insigne autora venezolana.

Se me ha hecho corto este viaje, y tengo varios libros que me gustaría citar y  referenciar; te confieso que una de  las cosas que más me dolió dejar en mi país y  extraño  mucho es mi biblioteca, pero  es parte de la tarea de soltar para poder avanzar.  Por ahora celebro el día del libro con tu lectura y, te pido que me cuentes de tu relación de vida con uno de tus libros favoritos.

Amancio Ojeda Saavedra

@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com

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