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Reflexión sobre la disciplina del líder

La palabra «disciplina» tiene relación etimológica con «discípulo», y el significado de ambos vocablos se concentra en la capacidad de  aprender. Cuando  se refiere a una persona con disciplina, es porque tiene la entereza de dedicar tiempo y esfuerzo  al aprendizaje de algo, hasta lograr manejarlo  con destreza.

Lo que inspira la disciplina de un líder es su visión. Cada líder sabe que tiene que dedicar tiempo y  esfuerzo, para lograr que su visión sea un camino de hechos.

Los líderes son valorados (en parte) por su disciplina, es decir, por la capacidad de aprender y hacer que algo ocurra. El líder tiene que gozar de la entereza de dedicarse a un propósito, y hacer que este llegue a ser una realidad (total o parcialmente, de acuerdo a la dimensión de la visión).

Si un líder no posee la disciplina necesaria, para mantenerse enfocado en el logro de su objetivo, su visión seguramente será sólo un sueño,  y pasará a la historia (o al olvido) como una persona con buenas ideas e intenciones, y no mucho más. Esto no es lo peor.

Lo que suele ocurrir con aquellos que desean fervientemente alcanzar su visión, y no han desarrollado la disciplina necesaria para cumplirla, es que  chocan de frente con la frustración y el auto-juicio de culpabilidad (este último, si posee un locus de control equilibrado).

La disciplina surge en la relación que se halla entre la visión, el proceso y el logro de los resultados; y  de acuerdo a cada visión, se requieren unas competencias técnicas, otras «blandas» y, unas bien precisas con respecto a liderazgo.

Cuando  el líder posee la disciplina necesaria, se nota por las siguientes formas de comportamiento: Se mantiene enfocado, es realista, es evidente su disponibilidad e iniciativa, se esfuerza por la ejecución, es constante y persistente, es autónomo, mantiene un alto nivel de compromiso y, es congruente.

Es fundamental que el tema de la «disciplina» sea un espacio de reflexión y  precisión en cada líder, este debe calcular de forma honesta, cuanta disciplina requiere el logro de su visión, y  decidir, si está dispuesto «a pagar esa factura» en función de su propósito.

La disciplina no es una tortura, es el espacio de acción que permite la expansión; la disciplina puede lucir incomoda, pero  es la garantía para vivir la prosperidad de un plan; la disciplina algunos la consideran una prisión, pero sin duda es la posibilidad de libertad.

Cito a Stephen Covey sobre este tema, él escribió: «Sólo las personas disciplinadas son realmente libres. Las indisciplinadas  son esclavas de los cambios de humor, de los apetitos y las pasiones.»   

En liderazgo la garantía de logro y trascendencia está, en la capacidad de hacer las cosas que otros no pueden, y  para ello hace falta la disciplina.

Para los cristianos, un día como hoy (Jueves Santo), el líder Jesús de Nazaret mostró su disciplina, a través de un acto de humildad; él sabiendo lo que eso  significaría para sus apostoles, se arrodilló ante cada uno  para lavarles los pies. Ese acto es una muestra que para Jesús, no bastaba con decirse humilde, le correspondía mostrar esa virtud de forma congruente en su diario actuar.

Les invito a  pensar en la disciplina que como líderes desarrollaron los  personajes siguientes: Simón Díaz,  Humberto Fernández Moran, Renny Ottolina, Rómulo Gallegos, Mariano Picón Salas, Francisco Hung Bracho, Luis Aparicio (El Grande), Rafael Vidal, Simón Bolívar, Teresa Carreño,  la Madre María de San José, entre muchos otros.

Quien sienta el impulso por el logro de una visión que sirva a muchos, verá en la disciplina, la fuerza que conduzca esa energía a definir la calidad de líder que es.

Amancio Ojeda Saavedra 

@amanciojeda
amancio@alianzasdeaprendizaje.com

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