Existen muchas mediciones sobre cuántas generaciones debe superar una empresa familiar, para mantenerse en el tiempo. Los cambios conducen a las empresas (y a sus líderes) a crisis insuperables, o a desafíos que implican aprender para crecer. Gran parte del sector industrial se encuentra afectado por un sinfín de variables, que van desde cambios en el mercado a nivel global, hasta la dolorosa situación económica que afecta al país. Entonces… ¿qué hacen las empresas que perduran?
Primero hay que afirmar que los cambios no son exclusivos de estos tiempos, siempre se han dado, y seguirán estando presentes cada día con mayor celeridad y mayor impacto. Es sabido que sólo se adaptan al cambio y sacan el mejor provecho, aquellas organizaciones que están preparadas humana y tecnológicamente.
La historia del mundo industrial, y el éxito de las empresas que hoy son un referente, en cuanto seguir marcando pauta en los mercados, ha demostrado que el gran activo con que cuentan estas organizaciones, es la capacidad de su gente, convertido en aprendizaje organizacional. Es decir, el aprendizaje organizacional se da, gracias a la participación activa de sus miembros, quienes sirven como facilitadores, para aprender y compartir más eficazmente lo que saben.
En las organizaciones de hoy, la clave del éxito se basa en: la adaptación a los nuevos tiempos, la capacidad de innovación, la mejora continua, la garantía de la calidad, y la resolución de problemas de manera creativa. Para que lo anterior pueda ser tangible, se debe aumentar la capacidad de aprender de las personas.
La formación de facilitadores del aprendizaje organizacional, es una tendencia que tiene más de 30 años; y nace de la necesidad que tenían las empresas de formar a sus nuevas generaciones, buscando trasladar lo más cercano que se pudiera, la realidad que se vivía internamente; y esa necesidad dio paso a que surgieran unos empleados que: “eran quienes daban mejor los cursos”, dentro de la empresa. El uso y costumbre fue dándoles autoridad y el nombre a estas personas como los “Capacitadores internos”. Este nombre ha ido evolucionando, hoy se les llama “Facilitadores” y según la cultura y prácticas metodológicas se usan otros apelativos.
Desde hace más de 10 años, he servido como formador de facilitadores, y desde el año 2006 a la fecha, en el programa “9 Estrategias para facilitar el aprendizaje” se han certificado alrededor de 1.800 facilitadores, hemos atendido a personas de manera individual, como a equipos completos para empresas en Venezuela y en algunos países de América. Esta experiencia nos ha permitido observar los enormes beneficios que se obtienen en las organizaciones, cuando se cuenta con gente que sabe formar a otros, y que lo hacen de manera dinámica, divertida y significativa.
Algunas de las ventajas con las que cuenta una organización, que posee un equipo de facilitadores del aprendizaje, son estas:
Con los beneficios anteriores, es que se nutren las empresas que crecen y perduran en tiempos de cambios.
Tener la gente mejor preparada es una buena estrategia, pero será incompleta si la formación no es permanente. Sabiamente así lo pensaba Peter Drucker: “El conocimiento tiene que ser mejorado, desafiado e incrementado constantemente o se desvanece.”
@amanciojeda (Instagram y Twitter)