Si algo es desafiante para el rol gerencial, es hacer que las reuniones sean productivas y sanas. Son muchas las organizaciones que sufren de “runioncitis crónica”, y otras se pasan al extremo, muy pocas veces se encuentra el equipo gerencial para coordinar acciones, mostrar avances y; definir estrategias y acciones cohesionadas.
Una reunión entre gerentes debe ser por lo menos eficiente, reunirse para salir peor de cómo entraron y sin acuerdos es una pérdida de tiempo y dinero, dado que en este tipo de encuentros están las personas, que deciden o ayudan a tomar las decisiones importantes de la organización, y por tanto son las personas más costosas considerando los escalafones salariales.
Para que a una reunión se le pueda sacar el mayor provecho, se deben cumplir con unas condiciones mínimas: a) Conocer la agenda de trabajo, b) Saber que se espera de la actuación de los participantes en la misma y, c) Que información previa debe tenerse clara.
Ir a una reunión sin agenda, donde se conoce la hora de entrada y no la hora salida; desconocer a que se va a una reunión y llegar sin la preparación necesaria, son las causas más repetidas por las cuales a las personas no le gustan las reuniones.
También existen otros…
Hay unas variables que también afectan el desempeño de una reunión, que tienen que ver más con las conductas de los gerentes que con los aspectos logísticos, estos son más desafiantes, y es necesario verlos con mayor detalle, entre ellos están:
La historia dramática de la historia: Nada se hace más largo y tedioso, que cada miembro de una reunión comience a contar una historia lánguida, eterna, victimizadora; donde el narrador, se convierte en protagonista de la historia, y pasa de ser una víctima a ser el héroe. Esto puede ser muy apetecible para un psicoanalista, pero no para un equipo de hombres y mujeres que necesitan sacar el mejor provecho del tiempo que le dedican a una reunión.
Un ejemplo de eso puede ser, cuando un gerente comienza su intervención contando cómo llegó a la organización hace 11 años, como ha pasado por las diferentes posiciones; como todo era un desastre en su departamento, y luego con su llegada las cosas han mejorado notablemente. El discurso dura 20 minutos, 15 hablando de la historia y 5 hablando de la realidad actual y las soluciones que hoy se requieren.
Como gerente no caiga en esa trampa, su actuación debe ser impecable, precisa, productiva, con foco en las soluciones desde las causas.
La lucha de poderes y simpatías: Dentro de las reuniones gerenciales, es común conseguir a personajes que quieren hacer de ese encuentro un espacio para socializar más que para trabajar; y otros convertirlos en un cuadrilátero de boxeo, donde se les nota sus deseos de polemizar con algunos o con todos. Estas conductas provienen de una necesidad de ser “visto”, el protagonismo puesto al “servicio” de una reunión.
En este sentido hay muchos ejemplos, ellos se hacen presente de diferentes formas, desde decir que sí a todo lo que planteada el jefe o el gran jerarca de la reunión, sólo por el hecho que es se trata del jefe; hasta aquel que todo lo critica, es un experto en la búsqueda de mínimo detalle, el cual muestra como si fuera una mancha imborrable.
Un gerente preparado y maduro, mantiene una conducta asertiva, cordial, flexible y enfocada.
Caer en el “dimes y diretes”: Es muy sencillo, que ante la crítica de una gestión, de un proyecto, de una idea; se personalice y se reaccione de manera agresiva o sumisa; este tipo de reacciones sólo logra generar un desgaste emocional, energético y de las relaciones. Reaccionando de manera agresiva o sumisa se le da poder a quien sirve de provocador, y las posibilidades de aprender de lo ocurrido se alejan.
Un gerente, debe tener la inteligencia emocional necesaria para no caer en este juego perverso e improductivo. Debe ser humilde para reconocer sus equivocaciones (si existiesen); separar la crítica a la gestión, de la crítica a la persona; saber identificar el objetivo constructivo de una conversación, de las provocaciones altisonantes. Todo lo anterior se resume en un ejecutivo centrado y con una autovaloración equilibrada.
“Las únicas cosas que evolucionan por sí misma en una organización, son el desorden, la fricción y el mal desempeño”. – Peter Drucker
Una persona debe tener presente que nadie puede ofenderle, sacarle de las casillas, hacerle perder la armonía, obligarlo a ofender, sin el permiso de sí mismo.
Es humano sentirse mal por recibir una cantidad de críticas (u ofensas), es natural reaccionar ante un mal trato; pero cuando se está en una reunión gerencial, es fundamental reponerse rápidamente y colocar toda su energía en la búsqueda de soluciones, pocas veces he visto que los “dimes y diretes” lleven alguna solución.
Los gerentes deben tener claro que a las reuniones gerenciales se va a buscar que la organización se mueva, se desplace, se oriente a los objetivos; el resto de las cosas son accesorias.
Amancio Ojeda Saavedra / @amanciojeda