Por diferentes vías me llegó un artículo de la revista Forbes para Centroamérica, escrito por Luis  Maturen e  Italo Pizzolante N. que se titula “El  fin del Liderazgo”. Pensar en la muerte (el fin) del concepto liderazgo me provocó escalofrío, negación, estupor; de manera inmediata mi  soberbia se hizo presente y pensé: Estos tipos se volvieron locos. Con todo lo anterior y con lo  apasionado que soy del tema, esperé a leerlo con calma al siguiente día.

La propuesta de los autores es provocativa, porque está construida sobre la necesidad presente y futura, de la transformación que urge en las organizaciones, para lo cual se basan en información bien actual. Eso me gustó.

Ellos explican basados en los estudios de Deloitte y “La Guía VICE para 2030”, cuáles son las tendencias conductuales de las nuevas generaciones, y  el papel protagónico que tiene y tendrá la transformación digital, en la forma en que nos relacionaremos en lo empresarial y social, y como lo prefieren las generaciones “Y” y “Z”; que de base busca participar en organizaciones con relaciones más horizontales, sobre aquellas basadas en la autoridad y el poder circunstancial de una persona. La descripción que hacen de los influyentes dentro de los equipos es clara y real, y las características que le adjudican a los  millennials, en cuanto  a la forma de relacionarse con la autoridad es exacta. Yo estoy de acuerdo que así  se está moviendo el mundo. 

Luego presentan un concepto llamado “La influencia transformacional”, y bien explican ellos, que se trata de la condición que tiene una persona para generar influencia en su entorno, y que nada tiene que ver con las jerarquías que da un rol, que ellos llaman liderazgo. La verdad es que esto ha sido siempre, los cargos en niveles jerárquicos  solo dan autoridad, pero el liderazgo (o la influencia) debe ganarse.

Pongo distancia a la mirada de los autores cuando muestran el liderazgo como el espacio para la jerarquía y la autoridad, y la influencia como una dimensión separada; no se trata de una diferencia de connotación lingüística, me refiero  a que el líder por su acción genera influencia, y todo el que genera influencia suma liderazgo, se trata de una relación simbiótica.

Finalmente presentan seis comportamientos – aunque el artículo anuncia siete – de los influenciadores transformacionales,  características muy claras y reales, que muestran las bases de la gestión humana que hace un líder de él y de su equipo.

Yo  me permito sumar una más, la que llamo “Flexibilidad tecnológica”, siendo esta la competencia que una persona desarrolla para aprender, adaptarse y,  usar de manera ventajosa las nuevas tecnologías, en función del logro de los resultados y el cumplimiento de su propósito.

Y luego de  transitar el texto con hambre y sed, hasta concluirlo, me ocurrió eso de llegar al final de una buena película, en la que “el malo” es perseguido, pero hábilmente se escurre entre veredas y rincones, y queda vivo, queda libre. Eso suele dar un poco de decepción y, a la vez un tanto de esperanza, al pensar que habrá  una segunda parte.

Italo P. y Luis M. explican que: “La influencia transformacional es un nuevo estilo de liderazgo que está enfocado en las personas, en favorecer las condiciones para que éstas encuentren su propia motivación.” Es aquí donde yo  afirmo  que se les escabulló el liderazgo y no pudieron matarlo, o llevarlo a su fin. Yo creo que mientras exista la humanidad existirá el liderazgo, y  a mejores líderes mejores organizaciones, sociedades y, mejor será el mundo, sin importar la generación que se haga cargo  de ejercerlo.

¿Qué opinas? ¿Tú crees que el liderazgo está en extinción?

Amancio Ojeda Saavedra

@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com