Esta es definida como: “una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias. El objetivo de la inteligencia colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas” Esto según Pierre Lévy, unos de los precursores de este concepto.
Leyendo un ensayo del autor antes mencionado sobre este concepto, y siendo más específico, sobre “Las tecnologías de la inteligencia”, donde este filosofo le da preponderancia a la necesidad de usar y recrear nuevas técnicas para la Inteligencia Colectiva (IC), incluso poniéndolas como prioridad antes que los preceptos filosóficos, hizo que me saltara una pregunta: Si un líder de pensamiento abstracto, en tiempos de inteligencia artificial (una técnica), le corresponde dirigir un equipo de tecnólogos brillantes, para resolver un problema complejo ¿Tiene mucho o poco por hacer?
Seguí pensando… en sociedades, comunidades y organizaciones hoy repletas de problemas, donde de manera natural se aplica la IC ¿Para qué se necesita un líder? Y la respuesta parece obvia, dicho en criollo: alguien tiene que poner orden en medio del caos que esto puede provocar. Así que la pregunta siguiente fue: ¿Cómo lo haría? Y allí me permito compartir un camino.
Primero, entender y creer realmente en la IC, y esto implica que el líder desarrolle un mayor nivel de confianza en las capacidades de su equipo, de manera honesta, más allá del discurso, creando los espacios para construir posibles soluciones.
Segundo, convertirse en un proveedor y organizador de información y conocimientos, ya sean traídos de otras experiencias o los generados de manera interna, esto ayudará de forma notable a la agilidad para conseguir posibles soluciones.
Tercero, culturalmente los líderes son los filtros o la instancia final para aprobar una solución, hoy, y basados en la creación de una cultura de la IC, se necesita que el líder sea un provocador de la acción, para hacer que la gente se mueva de la parálisis del perfeccionismo, y salga a ensayar con sus posibles soluciones.
Cuarto, y aquí me permito usar el título y concepto del libro de Juan Vera, servir de “Articulador de lo posible”, nada de lo anterior tiene sentido, sin la existencia de un líder que es capaz de convertir la confianza y convicción en la Inteligencia Colectiva, la información que tiene y se genera, la provocación de las acciones necesarias, puesta al servicio de la solución que se requiere, en el momento que se requiere.
Es tiempo que el liderazgo haga por sí mismo un movimiento inteligente, que lo lleve a ser un engranaje necesario entre los distintos actores que ponen la suma de las experiencias y saberes a favor de las soluciones.
En tu realidad actual ¿Te atreves a liderar la búsqueda de mejores soluciones a través de la Inteligencia Colectiva?
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com