Si, no lo puedo negar, yo sufrí del fenómeno del impostor, quizás por muchos años y sin saberlo. Me hice consciente de esto a finales del 2019, luego de haber hecho un test; y a pesar de haber tenido un año realmente bueno, con sus altos y bajos, con mis metidas de patas y con logros valiosos, mi percepción era que no había hecho mucho y logrado casi nada, además de sentir que estaba decepcionando a todos los que estaban a mi lado; este cóctel individual, estaba sazonado con el hecho que ya no tenía mi empresa, sino que era un consultor freelance en otro país. Luego llega el 2020 con su pandemia.
El puntaje obtenido en el test fue de 74/100, esto me ubicaba en “Alto”, que sería la cuarta de cinco categorías, es decir, por pocos puntos paso a padecerlo de manera crónica. Estaba más grave de lo que sospechaba.
Según Bravata DM, las manifestaciones o síntomas más comunes de este fenómeno suelen ser las siguientes:
Mis síntomas más tenaces eran: a) Miedo a mostrar mis imperfecciones; b) Altas autoexpectativas y; c) Miedo a no estar al nivel de lo que se requiere. Y entre estos síntomas, conseguí una justificación en la que creía con fe absoluta: Que gozaba de un locus de control interno. Estaba realmente confundiendo los conceptos, para justificar los síntomas antes descritos.
Como suele ocurrir, estos test solo sirven si te vas hacer cargo, y yo hice la tarea; básicamente trabajé en elevar mi confianza, valorar justa y honestamente mis resultados (presentes y pasados) y, restarle poder al juicio externo.
Ahora, que estoy trabajando en nuevo proyecto y que me tiene muy entusiasmado, me tomé un tiempo para revisarme y tomar consciencia, si estaba de nuevo cayendo en dicho fenómeno, y la verdad es que no; tengo mucha confianza en mí y mi capacidad de poder llevar este nuevo hijo adelante, y aunque quisiera adelantar más rápido y no he podido, sé que lo estoy haciendo bien y que voy por buen camino.
Verlo en otros
Como todo en la vida, lo que trabajas en ti se te comienza a aparecer de manera clara en la “ropa de otros», así como cuando te compras ese auto que deseas tanto, de un color particular, y luego lo ves en todas partes; de esa manera comenzaron a llegarme solicitudes como coach y mentor de personas increíbles, que vivían el fenómeno del impostor. Ellos sabían que algo les pasaba, pero no sabían que nombre ponerle.
Ha sido un camino fantástico poderles acompañar, con cada caso me he ayudado a reafirmarme y sentirme seguro, me permiten estar cada día mejor, y sentir que valió el esfuerzo pasar por ese crisol, usando cada una de las herramientas que tengo: la autosugestión, cuestionar mis creencias, expandir mis límites de decisión y acción, valorar de manera apreciativa mis logros, trabajar un hábito a la vez, entre otros.
Quiero aclarar que hay una discusión entre la comunidad de psicólogos, si esto es fenómeno o un síndrome, y algunos, plantean las diferencias entre uno y otro; yo, he preferido por el impacto que el lenguaje genera, referirme a este como un fenómeno.
Y tú ¿Estas viviendo o viviste el fenómeno del impostor?
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com
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