La esquina une tres calles de doble vía; allí no solo convergían los choferes para confundirse de dirección, sino que también se posaban en la acera los amigos de la cuadra, para tener largas conversas nocturna, siempre las mismas. Parecía que los temas los hubiesen clasificado por el día de la semana.
Era ocasional que algunas noches, uno de los asistentes cambiara la rutina, sumando algunas cervezas (compradas gracias a una vaca), que entraban en la escena junto a una mesa cuadrada, cuatro banquetas y un dominó. Esa noche, las doñas del vecindario más cercanas a la intersección sabían que se les interrumpiría el sueño; y ya tarde en la madrugada, cansadas del bullicio, saldrían a pegar uno que otro grito diciendo: ¡Bajen la voz, cuerda de vagos!
Una noche que el clan estaba completo y animado por el juego de contar las piezas y las pintas, ocurrió algo inesperado. Llegaron a la reunión las gemelas: Vilma y Victoria. Eran nuevas en el sector, y ya habían llamado la atención de la muchedumbre por el parecido entre ellas, el buen gusto para vestir y la disciplina matutina de salir a trotar cada mañana de lunes a domingo.
Las jóvenes pidieron jugar una partida ante lo cual, todos dieron la aprobación de manera automática. Se conformaron los dos equipos de esa partida. Victoria y Vilma contra Jorge y Jerry. La expectativa era grande, algunos apostaban por ellas, otros por ellos, y en la cuarta mano los hombres ganaron 103 a 26. Acto seguido, las chicas agradecen la oportunidad, se despiden, dejan abandonadas sus cervezas y se marchan envueltas entre carcajadas y comentarios. Los chicos vieron cómo se retiraban y cuando ya ellas se habían perdido en la oscuridad se percatan que ninguno tuvo la caballerosidad de acompañarlas, ni la audacia de pedirles el número de teléfono.
Jerry, que había quedado fascinado por ese par de bellezas – que realmente era la misma belleza aparente, en dos cuerpos – deseoso de conocerlas más, plantea al grupo:
— ¿Cómo conquistar a una de esas mujeres?, ¿La misma táctica que sirve para Vilma servirá Victoria? Al fin y al cabo son gemelas y son mujeres.
Gustavo eructa fuerte para provocar el rechazo del grupo y les dice:
— Vamos a jugar y déjense de pensar en tonterías, mujeres de esa estirpe no se fijan en tipos como nosotros.
Hugo responde de manera optimista — Quizás ellas sean una de esas “Ligia Elena” buscando su trompetista, como la canción de Rubén Blades. Yo creo que cada una necesita una melodía distinta. A mí me parece que a la de blusa blanca (Victoria) le gusta el Rock y a la otra le gusta Reggaetón, yo creo que hay que usar técnicas distintas.
Jorge tiene una posición genérica y la muestra diciendo — A todas las mujeres les gusta lo mismo: Flores, cenas románticas, garantía de fidelidad y seguridad. Lo demás es accesorio.
Douglas, quien suma en su haber más número de conquistas que sus amigos y, que ha tenido romances con las chicas más codiciadas de las cuadras a la redonda, decide opinar, y dice:
— En cuanto a las mujeres nada está escrito, en este tema se podría decir que “no todos los caminos conducen a Roma”. Creo que cada mujer es una caja fuerte con su particular combinación. Puede que los números se repitan, pero jamás estarán en el mismo orden, y nunca sabes cuál es el último número, ese que dará el click para halar la palanca y poderla abrir de par en par.
Un silencio que servía de reconocimiento al experimentado Douglas, fue interrumpido por el próximo eructo de Gustavo, para acabar con la magia del momento.
A Jerry le quedó dando vueltas el símil de la caja fuerte y la mirada de una de las gemelas, y mientras las piezas de dominó daban vueltas sobre el tablón de la mesa, él hacia un plan imaginario de cómo llamar la atención, acercarse y conquistar a la del piercing pequeñito en la nariz, blusa blanca y nombre de ganadora: Victoria, que fue la más callada en la partida, pero que jugaba mucho mejor, por lo que él podía deducir que usaba más el pensamiento lógico.
Le toca recoger sus siete piezas, las ordena. Siente que tiene una buena mano, y se da cuenta que cada pieza puede ser una acción estratégica, no solo para ganar la ronda que tiene en frente, sino para usarla como guía de acción para conquistar a la nueva vecina. Pero como ocurre en el juego, dependiendo de lo que lancen los otros hay que cambiar el orden, incluso llegar a pasar por no tener piezas que jugar.
Su compañero de juego lanza la típica pregunta de inicio: —¿Quién tiene “la cochina”? — y Jerry se da cuenta que es él, y que eso le da la oportunidad de iniciar el juego, dar el primer paso, y avanzar en el despojo de sus piezas estratégicamente.
El choque de las piezas contra la mesa, los gritos de reclamo, las risas no se hicieron esperar. Mientras avanzaba la partida, Jerry y Jorge seguían su racha ganadora, y de pronto se escucha un grito desde alguna de las ventanas:
— ¡Cállense la jeta y dejen dormir!
Todos se ríen, bajan momentáneamente la voz, y Jerry tranca esa mano; cuentan las pintas que quedaron, para sumarse una nueva victoria.
Se levanta para celebrar con su compañero y estirar las piernas, y en ese ínterin se percata de que a una de las jugadoras gemelas se le cayó un pequeño estuche de cuero marrón, que puede ser un monedero o un porta maquillaje, pero que en ese momento se convierte para él en el “doble seis” que necesita para comenzar la partida y sumarse “una nueva Victoria”…
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Siempre tu amigo…
Amancio Ojeda Saavedra amancio@alianzasdeaprendizaje.com |