Pensaba en que la rápida evolución de la Inteligencia Artificial (IA) ha llevado a un punto crucial en el que la reglamentación global se vuelve imperativa. Es un tema que está en el tapete, y  ya comienzan las conversaciones entre diferentes actores, por ejemplo: La Unión Europea y Google.

Los líderes de impacto global tienen el desafío de garantizar que la IA se desarrolle y utilice de manera responsable, ética y segura, con el objetivo de beneficiar a toda la humanidad.

Pensando  en cómo plantearía yo este tema, y por donde comenzaría, acudí a mi vida en la Junior Chamber Internacional y  su declaración de principios, estos  pueden servir como base para establecer una regulación efectiva de la IA, centralizando  el impacto social en las generaciones futuras que crecerán con la IA como un recurso natural.

Omití el primer principio, para evitar  cualquier sesgo  religioso a este tema.

La hermandad trascendiendo la soberanía de las naciones.

El segundo de los  principios de la JCI señala que “la hermandad de los hombres trasciende la soberanía de las naciones”. De manera similar, la regulación de la IA debe ser un esfuerzo conjunto a nivel mundial, donde las naciones trabajen juntas para establecer estándares comunes y abordar los desafíos y riesgos asociados con esta tecnología. La cooperación internacional es esencial para garantizar que la IA se utilice de manera inclusiva y equitativa, sin comprometer la autonomía y la soberanía de cada país.

Así  que, todas las iniciativas que se agrupen alrededor de organismos internacionales será un buen punto de partida.

Justicia económica a través de la libre empresa

El tercer principio de la JCI destaca que “la justicia económica puede ser mejor obtenida por hombres libres a través de la libre empresa”. Al regular la IA, es fundamental promover la innovación y fomentar la libre competencia en el mercado. Se deben establecer marcos legales y políticas que permitan a las empresas desarrollar soluciones de IA éticas y responsables. Al mismo tiempo, se deben evitar prácticas anticompetitivas y garantizar que los beneficios económicos generados por la IA se distribuyan de manera justa y equitativa.

No  se entienda esta mirada, como una propuesta socialista, nada más lejos de ello, por contrario, la distribución justa y  equitativa está relacionada a los actores internos de las empresas que crean formas de usar la IA y  generar rentabilidad.

Gobierno basado en leyes más que en hombres

El cuarto principio enfatiza que “los gobiernos deben ser de leyes más que de hombres”. En el contexto de la regulación de la IA, esto implica que los marcos regulatorios deben basarse en principios sólidos y claros, que guíen la implementación y el uso de la IA. Es necesario establecer estándares éticos, salvaguardias de privacidad y seguridad, y mecanismos de responsabilidad para garantizar que la IA opere dentro de límites definidos y en beneficio de la sociedad en su conjunto. La #transparencia y la rendición de cuentas son pilares fundamentales en esta tarea.

Cada gobierno debe garantizar sus propias leyes en este tema, como acción local sobre los acuerdos globales logrados en los organismos internacionales. Aquí hay que vigilar que no haya contradicciones y contra sentidos.

La personalidad humana

El quinto principio reconoce que “el gran tesoro de la tierra reside en la personalidad humana”. La regulación debe poner un énfasis especial en salvaguardar la dignidad humana y entre los derechos humanos: la privacidad. Las aplicaciones de la IA no deben reemplazar ni socavar el papel y el valor de los seres humanos. Al contrario, la IA debe diseñarse y utilizarse como una herramienta para mejorar la calidad de vida, ampliar las oportunidades y fomentar el desarrollo humano integral.

Servir a la humanidad

El último  de los #principios de la JCI reza: servir a la humanidad es la mejor obra de una vida. Los líderes encargados de reglamentar la IA deben tener en cuenta su impacto en las generaciones futuras. Es esencial que se priorice el interés público y se consideren las implicaciones sociales, éticas y ambientales a largo plazo de la IA. Además, se debe fomentar la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones relacionados con la IA, involucrando a expertos, grupos de la sociedad civil y a la población en general.

La regulación de la Inteligencia Artificial a nivel mundial es un desafío apremiante que requiere una visión compartida y una acción colectiva. Al basarnos en los principios de la Junior Chamber International, podemos establecer una base sólida para guiar la regulación de la IA, centrándonos en la hermandad, la justicia económica, la ley sobre los hombres, el valor humano y el servicio a la humanidad. Al hacerlo, aseguraremos que las generaciones futuras crezcan con la IA como un recurso natural que potencia su bienestar y desarrollo, preservando al mismo tiempo nuestra humanidad y los valores que nos definen.

¿Cuál es tu opinión sobre este tema? ¿Es posible reglamentar la IA?

Amancio Ojeda Saavedra

@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com

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