Cuando se es líder, suele ganarse el amor de unos, el odio de otros, y a un grupo de la población no les genera “ni frio, ni calor”. El liderazgo llega a ser una gestión, donde las virtudes y las miserias humanas se ponen de manifiesto con suma frecuencia. Causa risa escuchar a un líder decir: “A mí no me afecta el rechazo de un grupo” esto es muy poco creíble. Siendo el rol de líder, un espacio donde se cultiva el ego; hay que ser muy maduro y centrado, para no “inflarse” entre las adulaciones, y el poder que pueda ganarse desde ese rol.
Como coach y asesor de algunos líderes, en diferentes ámbitos de la vida organizacional y ciudadana, descubro (casi con asombro) la dificultad que tienen algunos líderes, para trabajar con toda su población; son múltiples los motivos y este tema es extenso, por ello, narraré algunas de las razones y, haré algunas recomendaciones para lograr trabajar con la mayoría.
Razones que impiden sumar
Prejuicios: Los líderes y los seguidores, como seres humanos, tienen sus prejuicios con relación a las personas, y esto, provoca un rechazo de primer orden, que al cumplirse “El efecto Pigmalión” en la relación, surge desde el inicio un barrera difícil de superar.
Al líder le corresponde hacerse cargo, principalmente de sus prejuicios, para poder romper las barreras con quienes aun no le siguen.
Conflicto de intereses: La diferencia en las convicciones de los “qué” y los “cómo”, referidos a los asuntos que los vinculan, suelen ser más fantasía que realidad; en ocasiones, se coloca el “Conflicto de intereses” como una enorme trinchera, sin antes haber agotado los caminos de una conversación franca.
Es deseable que el líder cuando perciba un desgaste por esta causa, haga un alto para volver a lo básico, re-confirmar el objetivo principal, y acordar las formas que los llevaran a esa meta.
Arraigo en dogmas: Considerar único, cierto e irrebatible un modelo de pensamiento (Religión, sistema político, modelo gerencial, etc.) hace que muchos de los interesados en el objetivo, se alejen; para mucha gente, es necesario cuestionar las creencias, para luego validarlas y finalmente decidir involucrarse o no. Cuando los dogmas se ponen como eje central del objetivo, las posibilidades de lograr que mucha gente se aleje, son altas.
Si el líder comprende que en los nuevos tiempos, la innovación, es una forma de supeditar las creencias limitadoras a mejores resultados, entonces, hará lo necesario, para no limitar el desarrollo en función de “convicciones”, que puede resultar una expresión de atraso.
Ciertamente, en todo grupo habrá gente que no coincide con el líder, que no le gusta como persona, por ello, lo verdaderamente relevante es que esté de acuerdo, trabaje y contribuya por un fin superior, un objetivo más grande que la persona. Esta ha de ser la gran apuesta que oriente al líder, para así, incorporar a todos (o una amplia mayoría) a perseguir verdaderos resultados.
Sólo aquellos líderes que sean capaces, de comunicar una visión que los supere; encontrar la honesta inspiración y contagiar a otros; trabajar con disciplina para mostrar resultados; y servir desde un nivel de consciencia, con orientación a lo humano; serán los que alcancen convertirse en la opción, con los que notorias mayorías querrán aportar.
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda (Instagram y Twitter)