Miro con desparpajo y dolor, como gran parte de mis
coterráneos, son capaces de banalizar casi
cualquier cosa que ocurre en mi país, parece que vivimos en la cultura
de “hacernos los locos” para no tener que tomar responsabilidad de lo que nos
corresponde.
Somos como sociedad (entre otras cosas positivas y
mejorables) una máquina de fabricar chistes y
mensajes de “humor negro”,
casi en forma simultánea de lo que nos
ocurre como nación, sin importar lo grave que sea; esto aplica tanto para un juego de Baseball, como para la tragedia de catástrofe
natural o una situación política. No
importa lo que ocurra, el humor será la manera de pronunciarnos, será una forma
de evadir o una forma de conformarnos.
En Venezuela, los líderes, en todos los niveles y de
todas las áreas, deben tener una claridad meridiana que su trabajo comienza por: hacerse cargo de las
cosas más profunda, de pasar de lo superficial a lo medular; ya no se trata de informar, se exige educar. Se
trata de poner en la justa medida nuestra cultura jocosa, y dar el paso a ser
responsables y actores de los cambios como sociedad.
Un líder que se hace cargo
de lo profundo…
* Analiza cada situación de
manera holística, entendiendo las incidencias y las particularidades.
* Genera interpretaciones fáciles de entender de lo que ocurre, y conecta a la
gente con las acciones.
* No baja el nivel de importancia de lo que ocurre, sube el
nivel de compromiso por los cambios.
* Se niega de manera rotunda a bajar la calidad de las cosas,
trabaja arduamente, para que los resultados cada día sean de estándares más
altos.
* Cuando distingue que
algo importante pasa de relevante a banal, él muestra que la ganancia está en
atender lo fundamental con sensatez.
* Trabaja, para que quienes le siguen, comprendan que hoy más
que en otros tiempos, se debe afrontar la vida y los cambios, sobre la base de leyes y principios.
* Asume la realidad con valentía y toma las decisiones necesarias, para poder
capitalizar luego en resultados
positivos para todos.
* Muestra con su ejemplo que la esperanza es un activo, que se
revaloriza cuando hacemos lo correcto en la dirección indicada.
Es menester decir para concluir este tema, que hay
situaciones donde los líderes deben: Decidir si los cambios requieren de otra
visión, o la visión requiere que el camino
sea plasmado con mayor claridad.
Amancio E. Ojeda Saavedra
amancio@alianzasdeaprendizaje.com
@amanciojeda