Si la belleza me inspira, seguro podré inspirarte; si la belleza
es mi centro, expandiré la grandeza del descubrimiento; si el arte es belleza,
y tú la mejor obra de arte, hay posibilidades de que juntos esculpamos,
pintemos, cantemos y fotografiemos a dos seres que se transforman en la
posibilidad de luz y canción para otros.
Me transformo para ser más bello desde mi propia contemplación,
quiero que mi mirada me vea mejor acabado, pero nunca terminado. Esto me
permite mostrarte un mejor camino para ser mejor.
Te amo y te atiendo de lo bella que hoy eres, tu belleza está
más allá de la pulcritud de tu ropaje, tu belleza trasciende a lo que fuiste.
En lo que fuiste, lo feo desaparece y se convierte en un verso editado, un
trozo de lienzo que cambia de matiz para hacer más bella la pintura.
Si te busco y no te alcanzo, si te alcanzo y no me encuentro; no
se trata de un cuento, es la historia de un momento, son los juicios pasajeros
que destellan al momento.
Mi ojos te miran con la curiosidad de un niño cuando está detrás
de la vidriera de una juguetería; mi alma te busca desde la ternura de un
amante enamorado, aún con sed de tu presencia; mi cuerpo te acepta desde la
cercanía que existe entre la boca de un bebé y el corazón de una madre que
amamanta. Es que tú, la belleza, no eres panorama juvenil pasajero, por el
contrario, eres sabiduría legendaria en la que todos debemos encontrarnos
buscándote desde adentro.
Amancio E. Ojeda
Saavedra
amancio@alianzasdeaprendizaje.com
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@amanciojeda