Somos especialistas en contarnos historias. Algunas nos inspiran y despiertan nuestras ganas y sueños de vivir experiencias distintas y transformadoras. Sin embargo, también nos contamos otras historias que nos limitan y suelen «matar» aquellas que describo inicialmente.
Permíteme compartir una anécdota que nos llevará a reflexionar sobre el poder de las historias en el ámbito del trabajo en equipo. En una oportunidad, intenté hacer una actividad que consideraba divertida y significativa con un grupo de aprendices. Para mi sorpresa, en ese momento no resultó como esperaba, fue un completo desastre. Sin embargo, no me dejé vencer por esa experiencia y decidí intentarlo nuevamente en el futuro.
Pasado un tiempo, surgió otra oportunidad con un nuevo grupo de aprendices. Aunque mi experiencia pasada intentaba limitarme, decidí no darle tanto poder a esa historia y no ponerme tantos «peros». ¡Y vaya sorpresa! La gente se conmovió, aprendió y me agradeció por esa actividad. Incluso, muchos todavía me recuerdan por ello. Comprendí que lo que realmente determina el resultado es el «ahora», el presente, y no la historia que nos contamos.
Esta reflexión nos lleva a cuestionar el poder que le damos a nuestras historias en todos los aspectos de nuestra vida. En el trabajo en equipo, también tendemos a crear historias que nos limitan. Nos decimos a nosotros mismos cosas como: «Me tocó el peor equipo”, “Cómo avanzar más rápido si fulano es tan lento en todo”, “Este equipo es un caos”, “¿Por qué siempre me toca el equipo con los peores resultados?».
Pero, ¿Qué pasaría si dejamos de darle tanto poder a esas historias limitantes y nos enfocamos en el presente? Si nos hacemos cargo del ahora, del hacer en nuestro ser actual, las historias pierden valor y nuestras posibilidades se expanden. Nuestro corazón late más fuerte y nuestras ideas surgen con mayor fluidez y claridad. Nos emocionamos, nos entusiasmamos y finalmente nos ponemos en acción sin tanto temor.
En el ámbito del trabajo en equipo, es esencial comprender que esta competencia comienza con un trabajo individual. Cada uno de nosotros posee habilidades únicas que aportan valor al equipo. Debemos preguntarnos: ¿Cuáles de mis habilidades le dan mayor valor al equipo? ¿Cuáles de mis habilidades están ausentes en el resto del equipo? ¿Qué tengo yo para aportar, que hace que el equipo tenga mejores resultados? Al mismo tiempo, debemos reconocer qué aspectos de nosotros mismos reducen la velocidad o la calidad de los resultados del equipo.
Cuando dejamos de lado la historia limitante y nos centramos en el presente, no hay posibilidad de equivocarse, no hay posibilidad de no intentar. Estamos frente a una nueva realidad, un nuevo hoy y una nueva oportunidad para crear resultados superiores tanto en nuestra vida personal como en el trabajo en equipo.
Créeme, las historias que nos contamos y el trabajo en equipo son dos aspectos fundamentales en nuestro desarrollo personal y profesional. Al liberarnos de las historias limitantes y focalizarnos en el presente, podemos crear nuevas realidades y oportunidades. Al reconocer nuestra contribución individual al trabajo en equipo, fortalecemos nuestras habilidades y potenciamos los resultados colectivos.
Permíteme preguntarte: ¿Qué logro tienes pendiente por alcanzar producto de la historia que te estás contando?
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda / amancio@alianzasdeaprendizaje.com
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