Está en boga el término
“Tóxico”, para referirse a unas características especiales de personas,
relaciones, organizaciones o roles, en los cuales, es notorio que sus conductas
atentan contra la salud física y mental
del entorno.
En los ambientes organizacionales, se consiguen personajes,
que desde una posición jerárquica de supervisión, jefatura o
gerencia, se convierten en un “Jefe
Toxico”; y hay ciertas conductas que los caracteriza, describiré algunas de
ellas, y cada quien que haga su propia reflexión porque estos comportamientos no
ayudan a cimentar el liderazgo.
Se empeñan de manera inflexible
en tener la razón, para ellos mostrarse infalibles es una cuestión de honor.
Les encanta un chisme y
se hacen parte de ellos, y lo peor de esto, es que toman decisiones
sobre la base de los rumores de pasillo.
Existe un desbalance en el trato justo y
equitativo para todos en el equipo, y cuando se lo hacen ver, no corrige
sus preferencias.
Emite juicios y hace reclamos antes de indagar sobre las
causas y consecuencias de lo ocurrido.
Le cuesta dar con claridad las instrucciones y los estándares de calidad que se requieren en
un proceso.
Su pensamiento está
centrado en la producción, y temas como
la armonía del equipo o el desarrollo
de las personas, están
sobrando para él.
La única manera que consigue para resolver un conflicto es a
través del careo o la confrontación.
No tiene en su agenda
reuniones periódicas de equipo, para
diseñar acciones, revisar avances e impulsar a quienes le acompañan. Esto hace
que cada quien vaya por su lado y se dé un estado donde: la gente supone lo que tiene que hacer,
pero nunca tienen la certeza.
La asertividad, el
tacto, la prudencia, el ser oportuno
para comunicarse y hacer reclamos necesarios, están ausente en su modelo comunicacional.
Usan el poder que tienen para manipular; lo que hace de las
relaciones interpersonales se conviertan en un manojo de contradicciones.
Podría seguir
enumerando conductas que hacen que
una persona que tiene un puesto de Jefatura, y no hace uso del liderazgo, se
convierta en un “Jefe Tóxico”, donde él es el único responsable del rechazo que su equipo le
muestra, y con ello viviendo un clima organizacional donde se nota la baja
productividad individual, grupal y, así mismo, merma el compromiso de las
personas.
Si tú conoces un “Jefe Tóxico”, escríbeme y cuéntame: ¿Qué
estás dispuesto hacer para que cambie y
se convierta en un verdadero líder?
Amancio E. Ojeda Saavedra
@amanciojeda