Pasa el tiempo, y un día soleado un sismo de forma inesperada, abrupta, impactante y conmovedora, agita los cimientos más firmes de la realidad que estaba en control, y ese “movimiento telúrico” pone a correr hasta “al más pintao”; la mayoría está sin saber qué hacer ni para donde agarrar, están invadidos por una sensación de vacío enorme y mil signos de interrogación se cruzan en los pensamientos.
La transparencia de la vida, las aguas apacibles, la “normalidad” en la que transcurre el devenir del día a día, la comodidad de lo conocido, el miedo a lo desconocido, hace que los recursos más poderosos para la transformación, sean guardados en “el cajón del olvido” de la mente, dejando que se “oxide” y se deteriore esa herramienta llamada “liderazgo”.
En la política-partidista, en el liderazgo social, en los ambientes organizacionales o en las familias más unida, ocurre este clase de movimiento, se dan los “cambios de timón” sin previo aviso; quienes dirigen suelen ser los responsables (no necesariamente los culpables) y se colocan en la mira de quienes aun están en shock, y esperan indicaciones sobre lo que hay que hacer.
Si una persona ha dejado de practicar el liderazgo y lo sorprende un cambio, tendrá pocas probabilidades de edificar relaciones de confianza que sostengan su posición de líder, y pasará a ser historia; o le corresponderá guardarse para otra oportunidad.
En los tiempos donde se sienten los sacudones del cambio, se requiere de alguien quien dirija; y quienes asumen la responsabilidad de servir en calidad de líderes, deben saber, que están allí para contribuir y ofrecer las mejores soluciones. Es común ver en distintos ámbitos de la vida, donde existe un grupo de personas, como líderes son desechados y mandados al cuarto del olvido, porque llegó alguien con nuevas ideas, que lucen como una mejor interpretación de la necesidad de las personas. Como líder te pregunto: ¿Estás preparado para sobrevivir a los “movimientos telúricos” de tu entorno?
Como líder te toca
Si te sorprende un sismo y estás en la posición de líder, hay tareas muy puntuales que te corresponden llevar a feliz término, si quieres seguir siendo visto como una opción para dirigir a un grupo.
Haz valer tu posición: Evita la imposición autoritaria, tampoco acudas a la historia melancólica, sino, afiánzate desde la macro y micro comprensión de lo que ocurre. Los seguidores deben sentir que ante la “catástrofe” de un sismo, el líder comprende de manera diáfana lo que ocurre.
Ayuda a limpiar los escombros: En tiempos de cambios los líderes que sólo saben dar órdenes son insuficientes, la gente espera que: interprete y comunique la realidad; de respuesta validas en medio de la incertidumbre; planifique y dirija una salida a la crisis; y participe de forma activa en el quehacer diario.
Mediador de conflictos: Esta es una competencia necesaria y los líderes deben ser bueno en ello. Los cambios hacen que los miedos más primitivos surjan, y desde allí se pueden esperar las conductas más inapropiadas en la gente, y con ello, generarse los conflictos más improductivos. Sí el líder es un buen mediador, sabrá poner las ideas y los intereses de todos en un mismo ideal, y hacer sentir que todos ganan con esa solución.
Finalmente, la sociedad se está llenando cada día de grupos más grandes en espacios más pequeños, más virtuales, menos abstractos, más impersonales, más globales y con menos líderes únicos; por lo tanto, formarse como un buen líder no es un tema de un curso, de un libro o un buen carisma, se trata de una manera de vivir para servir.
Amancio Ojeda Saavedra
@amanciojeda