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Si el líder desmaya

Se pierde una esperanza, se muere un causante, se diluye una posibilidad de cambio, se le abre la puerta al continuismo, se agrietan los corazones de los seguidores; un objetivo se desmorona ante la tristeza de unos y la alegría de otros. Si el líder desmaya una energía creadora se destruye, una luz hacia la gloria deja de brillar, a un contingente de ánimos se les desvanece la ilusión de estar mejor.

Resistir en los momentos más oscuros, avanzar en los días más soleados. Resistir cuando la mengua pesa, avanzar cuando se tiene el impulso. Esta es la tarea más elevada espiritualmente y, la que requiere mayor gallardía para cualquiera que pretenda llamarse líder.

Los líderes suelen trascender, porque muestran lo que otros “no tienen” en tiempos de grandes tormentas; y en los tiempos de calma, son grandes creadores. Los líderes suelen vivir los tiempos de furia con un alma que se ensancha, se muestra pura, y sirve para que otros vean y crean que es posible.

¿Y si continúo? 
Esta pregunta está presente en la mente y en el verbo de un líder cuando la situación intenta doblegar su ánimo. Sus propias respuestas le conectan con el propósito, con la búsqueda personal y colectiva de quienes le siguen,  con la posibilidad de hacer una contribución desprendida a una sociedad que le requiere.

El líder también vive momentos que quiere mandar todo al diablo e irse, eso es humano; para poder continuar debe automotivarse, proyectarse e inspirarse en legado social, más que en el ser que es; le ayuda mirar el camino recorrido, las victorias alcanzadas, pero lo que realmente lo impulsa es la fuerza benefactora que tiene su ideal, que más que un simbolismo, es un espacio liberador de él y de otros.

Los líderes organizacionales enfrentan los mismos desafíos que los líderes sociales, ambos, buscan alcanzar un bien superior junto a un grupo. Ambos viven las ganas de soltar todo; también, ambos, decidieron poner su corazón en la idea de moverse junto a la gente, para avanzar como comunidad. Esos son los líderes, gente común, con un deseo de servir que siempre supera la comodidad y el conformismo.

Los líderes cambian de estrategia, redimensionan su equipo, mejoran sus procesos, forman a su gente y les facilita el aprendizaje desde lo técnico hasta lo emocional; los líderes escuchan, aprenden, desaprenden y cambian; se comprometen con innovar; también, hacen pausas y respiran, se energizan, se alimentan espiritualmente del contacto humano; los líderes consiguen la fuerza y el impulso para no desmayar en el mensaje que les envía la consciencia, de que llegar al objetivo es sinónimo de servir a la humanidad.

La palabra “Luchar” viene del castellano antiguo, y éste del latín vulgar “luctare” (“esforzarse”). Su significado real deriva en: “Competir físicamente, buscando la muerte o sumisión del oponente”.

La oportunidad de liderar, dista mucho de la vocación de luchar; el que lucha se desgasta y en algún momento se desmaya; a los líderes se les pide un nivel de consciencia más alto que el de la lucha y la confrontación; de lo que se trata, es de que logren el camino más virtuoso para influir en la gente, para que la mayoría logre la cohesión y se ponga en acción, dando cada uno lo mejor de sí mismo, y así poder lograr el anhelado objetivo.

Líder, si por tu mente está pasando mandar todo al demonio, e irte a invernar, es válido, al final es tu vida y tu decisión. Permíteme hacerte estas preguntas: ¿Y si continúas? ¿Hoy, estas más cerca o más lejos del objetivo? ¿Si lo logras haces que el mundo esté mejor? ¡Ponte en acción! 

@amanciojeda

amancio@alianzasdeaprendizaje.com

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